Valores en Nichia por Carlos Gómez Tulaj

La sociedad japonesa es reconocida por trabajar por el bien común y por ser respetuosa. Estas dos características culturales ancestrales conectan a sus miembros entre si, a si mismos y hacia la comunidad. Nichia Gakuin, en este sentido, fluye dentro del pulso propio de la comunidad que le dio origen.

El bien común nos convoca a un trabajo mancomunado para Nichia por el solo hecho de ser Nichia. El mayor testimonio en este aspecto es la magnífica convocatoria que produce en nosotros el Bazaa, el Nippón manía o el Karaoke, todos comprometidos y con alegría porque nuestro trabajo adquiere una dimensión trascendental.

De este mismo modo se vive la escuela secundaria. Todos aquellos que se suman a Nichia por elección, tanto sea como estudiantes, como familias, como docentes o como directivos, se suman a este pulso vital porque se lo reconoce esencial, la base fundamental para una convivencia sana, gratificante y edificante entre sus miembros.

El otro valor que nos convoca es el del respeto. Para ilustrar y constatar de qué manera este valor está instalado en el espíritu de la escuela, hace dos años, cuando Nichia Gakuin cumplía sus 85, los alumnos Historia de 2do año, guiados por su prof. Eduardo Sámel, realizaron un trabajo de investigación a partir del Código Bushido.

Del resultado de esta investigación se pudo confirmar que, de todos los valores presentes en este código de honor, el que ocupa el primer lugar en el cotidiano de Nichia es el respeto. Un respeto basado en el reconocimiento de otro diferente a mí con sus particularidades y derechos. En el seno de una institución educativa, este valor, adquiere un carácter profundo y formador que permea a todas las actividades que se desarrollan dentro de ella diferenciándola claramente de cualquier otra.

El respeto por uno y por el otro da un sentido completamente distinto a la tarea educativa. Es sólo en esta condición que se puede producir un verdadero proceso de enseñanza-aprendizaje. El reconocimiento del otro como un individuo, docente o alumno, merecedor de respeto convierte una clase en un espacio propicio para el intercambio porque lo que se diga o se haga se lo tendrá en cuenta posibilitando la expresión de un pensamiento, de un sentimiento, de una idea…

El ambiente de confianza que se genera en una relación respetuosa habilita la palabra de todos y la palabra es, por antonomasia, el vehículo necesario para el aprendizaje. El uso de la palabra en un encuadre como en el que vivimos en Nichia requiere la elección correcta de las palabras adecuadas, un tono adecuado, el gesto adecuado y el momento oportuno, habilidades todas que involucran lo cognitivo y lo afectivo.

De tal modo que los interlocutores intervinientes saben que no habrá censura de ningún tipo porque cada uno se está haciendo responsable de su decir.

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